Federico Herrero es uno de los artistas jóvenes costarricenses con mayor proyección internacional actualmente.

Estudió en el Pratt Institute en Nueva York.  En 2001, participó en la 49 Bienal de Venecia, donde obtuvo el León de Oro al mejor artista de menos de 35 años. A partir de entonces, su presencia ha sido continuada en muchas bienales: La Habana (2003), Praga (2003), Sevilla (2004), Singapur (2006), Moscú (2007) y de nuevo Venecia (2009). Una carrera ascendente que incluye también exposiciones individuales en galerías de arte de Dusseldorf, Madrid, Londres, Tokio y Sao Paulo, y con el interés por él que han demostrado instituciones prestigiosas como el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, el Wattis Institute for Contemporary Art, de San Francisco y, entre otros, el Museum of Contemporary Art, de Tokio.

Fue otorgado el Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti 2020 en la categoría tridimensional por su exhibición «Barreras Blandas» en el Museo Nacional. 

Uno de sus logros más relevantes es que sus cuadros Pan de azúcar, Tristes trópicos y Paisaje con pirámides fueron adquiridos por el Museo Guggenheim en Nueva York y forman parte de su colección permanente.